George Brassens

¿Nunca has, en sueños, en el cielo de otra cama contado nuevas estrellas...?.

Y he aquí la muerte, la muerte que siempre vuelve a empezar...

Y es triste no estar ya triste sin ti.

Tengo verdadero talento para unir unas palabras con otras, pero no creo que se trate de verdadera poesía. Es una especie de habilidad, una ternura que pongo en mis canciones.

Su espalda pierde su nombre con tanta gracia, que no puede uno más que darle la razón; Ojalá fuera yo, señora, un poeta de raza, para decir en su honor una oda inmortal.

Sin técnica un don no es más que una sucia manía.

si mi rostro tiene algunas arrugas recordad que a mi edad desearíais estar como yo.

Si el Padre Eterno existe, a fin de cuentas, el ve que no me comporto peor que si fuera un creyente.

Si el cuerpo no siente al corazón de latir, el cuerpo tampoco se mueve.

Que nunca el arte abstracto, que nos tiraniza hoy día arranque de sus encantos este volumen asombroso.

Que los únicos generales que se deben seguir a ciegas son los generales de los soldaditos de plomo.

Que en lugar de apuntar hacia un enemigo difuso, es mejor esperar que se torne en amigo, es mejor contar hasta diez con el palo en la mano, es mejor dejar una salva para mañana.

Para conocer a una mujer hace falta toda una vida.

No nos hagáis beber, ¡oh!, no, esas aguas minerales, benditas o lustrales, sino buen vino, ¡por lo que más queráis!.

No hay como los imbéciles que saben hacer bien el amor.

No fue más que un poco de miel pero calentó mi cuerpo y en mi alma brilla aún como un gran sol.