Charles Baudelaire

¡Ay los vicios humanos! Son ellos los que contienen la prueba de nuestro amor por el infinito.

Solamente es igual a otro aquel que lo demuestra, y solamente es digno de libertad aquel que sabe conquistarla

Quien no sabe poblar su soledad, tampoco sabe estar solo entre multud atareada

Para trabajar basta estar convencido de una cosa: que trabajar es menos aburrido que divertirse.

Para no ser los esclavos martirizados del tiempo, embriagaos, ¡embriagaros sin cesar! con vino, poesía o virtud, a vuestra guisa.

Para conocer la dicha hay que tener el valor de tragársela.

Lo que hay de embriagador en el mal gusto es el placer aristocrático de desagradar.

Lo irritante del amor estriba en que se trata de un crimen que requiereun cómplice

La vida es un hospital donde cada enfermo está poseído por el deseo de cambiar de cama.

La fatalidad posee una cierta elasticidad que se suele llamar libertad humana.

Jamás es excusable ser malvado, pero hay cierto mérito en saber que uno lo es.

Hay que ser sublime sin interrupción. El dandy debe vivir y morir ante el espejo.

Habría que añadir dos derechos a la lista de derechos del hombre: El derecho al desorden y el derecho a marcharse.

Espantoso juego del amor, en el cual es preciso que uno de ambos jugadores pierda el gobierno de sí mismo.

Dios es el único ser que para reinar no tuvo ni siquiera necesidad de existir.